Sentimiento extraviado
busqué asilo en tus pensamientos vanamente.
Éstos, colmados por sombras y laceraciones,
ya no acogen rostros que le son ajenos.
El otoño recorre las islas
A veces tu ausencia forma parte de mi mirada
mis manos contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.
A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no merecías,
a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,
mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón y un movimiento de la noche.
A veces tu ausencia aparece lentamente en mi sonrisa igual que una mancha de aceite en el agua,
y es la hora de encender ciertas luces
y caminar por la casa
evitando el estallido de ciertos rincones.
En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,
en tu pecho hubo tardes que al final del verano
todavía miré encenderse.
Y éstas son aún mis reuniones contigo,
el deshielo que en la noche
deshace tu máscara y la pierde.
José Carlos Becerra
Fotografía tomada por Cirrus M.
donde la pesadumbre era sólo un susurro,
donde ambos podíamos nombrarnos; allí
yace mi abismo,
figurando una esperanza
que yergue muerta.
Hace un año, me enamoré de una mujer cuya voz desborda los confines de la perfección. Pasé mucho tiempo sin tener la dicha de escucharla, pero desde que fui abrazado por su cálida voz, yace en mí el imperioso deseo de consumir las horas oyéndola. Los suplicios metafísicos que arrastra el tiempo, no pueden alcanzarme cuando ella pronuncia mi nombre. Su voz es una panacea, un tesoro invaluable enraizado en mi corazón que, sin pretensiones de cautivar, se convirtió en un motivo para mantenerme desvelado, y así, acompañar a la mujer que hoy puedo nombrar amiga y polola. Te amo, Mónica.
Cuando una melodía se ajusta a un sentimiento, te entregas a su contemplación sin ataduras; no hay nada entre tú y esos sonidos que reverberan en la habitación. Cada nota ejecutada, cada silencio, o sólo un intervalo dentro de un todo, puede consolar y animar, tanto como abismarte en tus tormentos más profundos, mas esa ambivalencia que parece inmutable en ciertas canciones, puede desprenderse de nuestras emocionalidades una vez superadas, y así disfrutarlas de otra manera, sin perder el valor comunicativo con el que carga una melodía.